Una variable interesante de la enseñanza con casos, que propongo como metodología efectiva y confiable, es la enseñanza a través del Benchmarking.
El Benchmarking es un concepto muy utilizado en los círculos de la empresa y los negocios, y puede definirse como un proceso sistemático y continuo para evaluar comparativamente los productos, servicios y procesos de trabajo en organizaciones.
Su utilización responde al propósito de transferir el conocimiento de esas prácticas y su aplicación a otras organizaciones. El concepto de Benchmarking se sintetiza entonces, en nuestro contexto, como la voluntad expresa de una institución por identificar las mejores prácticas que se llevan a cabo en otras instituciones, e implementarlas de alguna manera, en la propia institución.
Al analizar la inclusión de las tecnologías en las instituciones de enseñanza superior, partimos de algunos supuestos en cuanto a sus potenciales y ventajas:
- Los estudiantes pueden acceder a la enseñanza de calidad desde cualquier lugar y en cualquier momento.
- La información a obtener ya no es propiedad “exclusiva” del profesor, sino que se puede acceder a ella mediante diferentes canales.
- Los materiales multimediales o en el internet, responden a criterios de organización y de diseño que los convierte en más eficaces y dinámicos para los alumnos[1].
- Las NT pueden diseñarse para facilitar destrezas de aprendizaje de orden superior, tales como la resolución de problemas y el pensamiento crítico.
- Las NT facilitan la comunicación y la interacción entre docentes y estudiantes.
- Las NT pueden facilitar el trabajo colaborativo y grupal, el uso de profesores invitados de otras instituciones, clases internacionales, etc[2].
A través del Benchmarking, apelamos al análisis de la “buenas prácticas” universitarias. El estudio, la comprensión y el análisis tienen el propósito de transferir el conocimiento de esas prácticas y su aplicación a otras organizaciones.
El concepto de Benchmarking nos propone entonces definir la “buena práctica”, en función de criterios pedagógicos, filosóficos e institucionales; aprender de las “buenas prácticas” de otras instituciones – abriendo de este modo líneas posibles de cooperación inter-institucional; y plantear por último una estrategia de aprendizaje interno que da cuenta de la necesidad de reorganización y reestructuración propias de la inclusión del componente tecnológico en la enseñanza.