5 abr 2011

Los Jóvenes y la Información III: “Socios tecnológicos”

Revisando materiales disponibles, me encontré con esta herramienta: Parental  Skype Recorder.
Este programa, perteneciente a la familia de Skype, tiene como propósito explícito, servir a los padres como programa “espía” de las conversaciones de los hijos.
El funcionamiento es muy simple: El programa se instala en forma clandestina en el equipo del niño / joven, y se activa en forma automática al comenzar cualquier conversación Skype, convirtiéndose en una especie de “Gran Hermano” invisible, al servicio de los padres. Lógicamente, para poder escuchar las conversaciones grabadas, los padres deberán acceder a la pc del niño, sin su autorización.
Al leer estas líneas, el lector seguramente reaccionará en primera instancia, rechazando este tipo de metodologías por suponer una invasión no aceptable a la privacidad.
Posiblemente, en una segunda lectura, el lector mismo se pregunte: ¿Y si no es así, cómo? ¿O acaso no tengo derecho, como padre, a saber lo que hace mi hijo y “salvarlo” en caso de estar en peligro?
Ambos planteos tienen aspectos complejos y problemáticos:
La privacidad de nuestros hijos es un valor innegable. Respetar sus espacios y estimularlo en la construcción de nuevos  ambientes, nuevas relaciones y nuevos desafíos es una manera de ayudarlos a crecer y a fortalecerse, aún a riesgo de que se encuentren con dificultades, se golpeen y sufran.
No obstante, siempre nos preguntamos hasta qué punto los dejamos solos, y cuándo es el momento de brindarles nuestra ayuda. En situaciones ideales, el momento indicado es aquél en que ellos solicitan nuestra ayuda. No obstante, puede ocurrir, y a menudo, que no lo hagan a tiempo.
Y entonces, nos encontramos frente al dilema tan frecuente entre educadores que es ¿“Cuándo Intervenir”?
El mundo de la tecnología nos ofrece, como esta, muchas otras posibilidades de “intervenir”, de diferentes maneras y estilos. Introducir programas espías en la pc de nuestros niños es una opción, en mi opinión, no muy efectiva y conveniente que además supone el riesgo – muy cierto – que nuestros niños la detecten y entonces, el remedio es peor que la enfermedad…
Y entonces, el camino es arduo y complejo: respetando la privacidad del niño, es conveniente tratar de que él mismo nos abra su mundo voluntariamente. Conversar con él, interesarse por ese mundo que hoy ocupa varias horas diarias, pedirle ayuda genuina en el uso de las herramientas que él domina y nosotros no; en fin, se trata de convertir a nuestro hijo-hija en nuestro “socio tecnológico”.
¿Cómo es esto?
Se trata de convertir una “debilidad” en “fortaleza” y construir con él un lenguaje común. Nuestros hijos nos pueden enseñar a usar Facebook con todas sus herramientas y aplicaciones, nos pueden ayudar con problemas que tengamos en Word, Excel o Power Point; seguramente podrán ayudarnos a desarrollar un blog personal o profesional; subir videos a Youtube previa edición en Windows Movie Maker, o similares; y sin lugar a dudas, nos podrán tener al tanto de novedades y curiosidades que aparezcan. Sin duda, si ellos no conocen a fondo estas herramientas, podremos pedirles que nos ayuden a aprenderlas, y en este caso, efectivamente estamos “construyendo” juntos.
Si nuestros hijos pasan muchas horas frente a la pantalla, simplemente podemos preguntarles qué hicieron, qué aprendieron y con quién se comunicaron. Es lícito interesarse por sus “nuevas amistades”, preguntándoles cómo las conocieron y aconsejándoles de qué manera cuidarse de los riesgos (reales) que existen al entablar relaciones con desconocidos.
Es conveniente y recomendable conversar en la mesa familiar sobre episodios relacionados con Internet: casos de robos, violaciones y asesinatos perpetrados utilizando este tipo de contactos no deben ser ocultados sino conversados sin que esto sea entendido como “amenazas” o “acusaciones veladas” a nuestros hijos. Asimismo, vale la pena también comentar episodios más felices, que también existen en el mundo de la Red.
Nada de lo que hagamos nos dará una garantía absoluta en cuanto a seguridad e integridad de nuestros niños. Cuando salen a la calle solos para ir a la escuela o a hacer alguna compra, tampoco la tenemos. Internet nos genera la ilusión del “control total”, y en algún punto es una ilusión bastante ajustada a la realidad.
Sin embargo, estamos hablando de nuestros niños y no del internet, por lo cual el diálogo, la comunicación directa con ellos, el respeto y el genuino interés por acompañarlos, conociendo su mundo y su lenguaje para construir uno propio, es posiblemente el camino más arduo y a la vez, el más efectivo.
Con esto, doy por finalizada esta serie de tres artículos. 
Los primeros dos artículos de la serie son: 


Los jóvenes y la información: Lectura Crítica en la Red 
Los Jóvenes y la Información II: ¿Es la censura?

Los invito a dejar sus comentarios.


2 comentarios:

Ramón Navarro dijo...

Muy interesante el artículo sobre todo por que a "alguien" se le ocurrió la posibilidad de "crear" un programa para "espiar" a nuestros propios hijos. Eso hecho es más preocupante que el programa en sí mismo.Describe la realidad de muchos hogares. La idea de espiar, de invadir, de saber lo que piensa el otro es muy tentadora. En la conciencia y formación ética de cada uno está la elección de usarlo o no. Otro de los aspectos que me llaman la atención es saber que hacer después con la información que nos da el programa. ¿Si está todo bien con nuestros hijos, los vamos a querer más? ¿les vamos a decir que los queremos más o los respetamos más porque son buenos y se portan bien en la red?¿nos vamos a quedar tranquilos considerando que es el único peligro que podemos controlar? y en caso de peligro, ¿que hacer? ¿seguirlos, confesarles nuestra falta de ética? Un tema de muchas aristas. Tal vez el camino correcto es lo que plantea Marcelo: tiempo, espacio, dedicación, estar con ellos, cubrir sus necesidades de adolescentes, volver a los valores éticos, la educación, etc. Ramon

Unknown dijo...

Gracias Ramón, no puedo menos que acordar en un todo con tu comentario.
Saludos!